jueves, 23 de septiembre de 2010

A thousand suns

Hoy hacemos un inciso en el hilo argumental de mi vida para dedicar una entrada al nuevo disco de Linkin Park, A thousand suns, que al parecer está dando mucho de qué hablar entre los fans del grupo de California.

Desde que escuché por primera vez A place for my head  (hace ya 8 años de eso y 10 de la publicación de su primer disco, el increíble Hybrid Theory), me fui convirtiendo de forma progresiva en un gran admirador de este grupo. Tanto es así que, en cuanto tuve la oportunidad, junté 20 euros (una auténtica fortuna para la economía de un chaval de 14 años) y me compré el Reanimation (a simple vista, un remix del primero, pero que escondía algunas sorpresas). Ese mismo año, actuaron en la plaza de toros de Vista Alegre, aunque por algún motivo que no alcanzo a recordar me fue imposible acudir.

Más adelante, en el 2003, sacaron su gran obra maestra, la que les consolidó como un grupo de referencia dentro del nu-metal: Meteora. Con aquel nombre, inspirado en los Monasterios de Meteora, al norte de Grecia, alcanzaron su madurez musical (y visual, los videoclips de Somewhere I belong, Numb, From the inside y, sobre todo, Breaking the habit). Durante la gira que dieron por todo EEUU, grabaron el Live in Texas (compuesto por un CD y un DVD), probablemente uno de los conciertos más espectaculares que he tenido oportunidad de escuchar (muchas veces, las canciones suenan incluso mejor en directo que en los discos). Después llegaría el Collision Course (disco en el que colaboran con Jay-Z, construyendo un remix), y Minutes to Midnight (donde se distanciaron de la estética anterior y el nu-metal para desarrollar un sonido mucho más limpio que en los discos anteriores, acercándose más al rock y por el que recibieron bastante palos de la crítica).

En 2008 tuve por fin la oportunidad de verles en directo en el Festimad (previo pago de 60 euros), con otro fanático de Linkin Park y mi hermano (también pude ver allí a otro de mis grupos favoritos, Lost Prophets, que tocaron justo antes que ellos). De eso hace ya dos años y, fieles a la promesa de no hacernos esperar demasiado, los miembros de Linkin Park acaban de sacar del horno su nueva obra...

A thousand suns

Como ya se venía anunciando desde las primeras tomas de contacto, quienes busquen en este disco la esencia de Hybrid Theory o Meteora van a darse de bruces contra algo distinto, en todos los aspectos. Tampoco van a encontrarse con el estilo del Minutes to midnight (que, si bien se trata de un disco muy trabajado, nunca acabó de convencer del todo; a diferencia de los demás, no es un disco que escuchas mil veces y sigue sorprendiéndote).

Y es que se trata, en efecto, de un disco alternativo, mezcla de rock, rap y electrónica, que muchos no dudarían de comercial (sobre todo por esta última), aunque nada más lejos de la realidad. Si Linkin Park hubiera querido ser comercial, ya tenía un basto público al que satisfacer explotando hasta la saciedad la fórmula del éxito que ya cosecharon con Meteora. No obstante, no les ha temblado el pulso a la hora de sumergirse en la experimentación y nos ofrecen algo fresco. Es cierto que al principio puede chocar a cualquier fan sentarse a escuchar las nuevas canciones y no encontrarse con el sonido de antes, pero de forma progresiva uno va encontrándole el punto al disco (como muchos otros alternativos, que hay que escuchar varias veces hasta que tu oído se acostumbra).

Voces distorsionadas, ritmos africanos, hip-hop muy pesado, canciones melódicas, algunos retazos de Pink Floyd, riffs de piano, percusión modificada para que parezca electrónica (ojo, que sólo lo parece, porque está claro que el baterista Rob Bourdon ha contribuido y mucho en la elaboración de este disco desde su batería acústica) y algunos scratches espectaculares de la mano de Mr. Hanh son sólo algunas de las sorpresas que Linkin Park nos han reservado en A thousand suns.  Aunque si hay algo que destacar por encima del resto son las letras: por primera vez en todo este tiempo, tengo la sensación de que las canciones de Linkin Park me transmiten un mensaje. Están realmente trabajadas.

Quiero invitar a todos los apasionados de la música a darle una oportunidad; no es un disco fácil de digerir, pero desde mi punto de vista es sencillamente una obra maestra. ¿Que no es el estilo propio de la marca Linkin Park? Para mí, la música buena es sencillamente eso: buena; no importa la etiqueta que lleve la carátula del disco.

"Someday, the weight of the world will give you the strength to go..."

miércoles, 15 de septiembre de 2010

UMP: el retorno

Después de unas merecidas vacaciones (en cuando a la carrera se refiere, porque lo que es en la academia...), vuelve Un Matemático de Paso con un diseño nuevo (¡y hasta con una versión muy cutre y con publicidad en chino para teléfonos móviles, en la vanguardia de las nuevas tecnologías!) gracias a los nuevos diseños de Blogger y hasta con siglas, UMP (no confundir con UPM, allí también hacen las cosas con humor, pero de otro tipo).

Durante estos tres meses que llevo sin actualizar, han pasado muchas cosas que iré desglosando poco a poco en próximas actualizaciones (entre ellas, el aprobado del examen teórico de conducir, la jornada de nueve horas en la academia, un par de viajes de fin de semana épicos, mi coche...) durante esta semana y la siguiente, para dejaros con las ganas de saber un poco más de mi vida y así ganar un poco más de visitas futuras (UMP ha alcanzado ya la friolera de 3500 visitas, voy a replantearme empezar a meter publicidad con AdSense).

Así que aquí estamos otra vez, comienzo del segundo curso del grado de Matemáticas (que dará lugar a maravillosos teoremas, como el del Criterio de Comparación con el Compañero), con un profesor al que no se le entiende cuando habla clavadito a Chad Kroeger, una inestimable Magdalena Walias y sus apuntes breves y concisos, y un tipo que no sabemos decir si es cubano, mexicano o canario que parece una mezcla entre Carod Rovira y Constatino Romero. Y, por supuesto, nuevo curso con la academia, a la espera de que lleguen nuevos alumnos ávidos de conocimiento científico.

Cierta alumna de Matemáticas durante una 
clase de Magdalena Walias

Bienvenidos una vez más a Un matemático de paso. ¡Nos vemos en R!

PD.: si queréis ver cómo ha quedado la versión para móviles, en la columna de la derecha tenéis el enlace. Os aviso, es de lo más simple, qué le vamos a hacer. Algún día, cuando tenga tiempo, quizá me ponga a diseñar una aplicación para iPhone, para que pueda leerme mi madre desde el suyo.

jueves, 3 de junio de 2010

Contengo la respiración

Hace ya unos días que he decidido no respirar, no contar nada a nadie, no escribir aquí. Hay muchas cosas que penden ahora de un hilo, de una decisión ajena, una apuesta a todo o nada. Tengo ilusión y miedo, alegría y dolor a partes iguales; espero que sepáis comprenderlo, ahora es todo tan frágil como el diente de león que aguarda un soplido. Si no, tranquilos: ya lo entenderéis.

Contengo la respiración...


... sólo espero no ahogarme.

... a lo mejor R3 es ahora más bonito...

miércoles, 26 de mayo de 2010

Mírame, soy feliz...

Podría escribir acerca del millón de cosas que han pasado en estos últimos días, pero para qué si todo puede resumirse en forma de canción. Hoy os dedico a todos un canto a la alegría, a los Bastardos, a los Matemáticos, a los Telecos... a ti, que haces divertidos los viajes de la RENFE... ya os di las gracias en la entrada anterior. Ahora sólo os pido que sigáis así...

 
¡Un saludo y nos vemos en R3!
 
PD.: ya se palpan las vacaciones...

jueves, 13 de mayo de 2010

All I can say when the band begins to play...

Hace un año escribí esto:
Hoy he vuelto a escribir.
Debe ser porque las (malas) noticias vuelan o porque las desgracias nunca vienen solas. Me jode en lo más profundo de mi alma que algunos celebren mis derrotas o que se suban encima de mí para parecer más altos.
Me niego a asomarme a un abismo sin fondo en el que no me espera nada. Tendré que tender una pasarela e intentar cruzar al otro lado, seguir con mi vida, fumarme un cigarro en la oscuridad de mi cuarto y acostarme pensando que he intentado hacer de este mundo un lugar mejor a mí manera, solo.
Por momentos, se me viene a la cabeza el estribillo de Decode (Paramore): "How did we get here? I used to know you so well... How did we get here? Well, I think I know...". Claro que lo sé, porque con estas cosas, ¡joder! nunca me equivoco.
Tendré que aprender a convivir con eso que llaman echar de menos, con el pecho abierto, dispuesto a dar todo por la persona que lo reclame, pero no hay nada más duro que no poder amar por no tener a quien amar.
Necesito vomitar lo que llevo dentro, necesito hacer lo que mejor sé, teclear una palabra tras otra antes de que se apague la luz del todo y salga del camino que me lleve a la Ciudad de las Estrellas. Porque mi guía se ha ido, y me temo que para siempre.
Esto no es un adiós a secas, es el más amargo de los finales, pero no me despido de ti, sino de mí mismo: de lo que he sido y de lo que soy; me despido para dejar paso a lo que seré mañana. ¿El qué? Ni puta idea, pero seguro que no tan feliz como hasta hace muy poco.
Son las cuatro y media de la madrugada. Hoy he vuelto a escribir, y el mundo es una mierda.

... hace un año no sabía que hoy estaría donde estoy, haciendo lo que me gusta. Me alegra saber que la vida sigue teniendo sorpresas y que, contra todo pronóstico, soy feliz. Gracias a todos los que lo hacéis posible, os dedico el vídeo de la semana.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Noticia de última hora

¡ODIO NUMÉRICO!


¡ODIO NUMÉRICO!


¡ODIO NUMÉRICO!



Si no muero desquiciado, nos vemos en R3.

PD.: Muerte y destrucción. He dicho.

miércoles, 28 de abril de 2010

Forza Inter!

Y qué puedo decir yo acerca del INTEResante resultado de semifinales de la Copa de Campeones. Poco o nada que no sepáis, así que aquí os dejo, INTERnautas, con el sabor de la dulce derrota del eterno rival a nivel INTERnacional. Espero que mañana se pueda hablar con los de FC Barcelona sin tener que usar INTERmediarios.

INTEResante también la reacción del Barça (jugadores y delegados), estropeando la celebración de la victoria del Inter encendiendo los aspersores (un aplauso al saber perder).

¿Quién se lo llevó?

PD.: Esto es lo que pasa cuando piensas en celebrar la Champions en la Cibeles para tocar los huevos sin haberla ganado.

lunes, 26 de abril de 2010

Sentimiento en paramétricas

IYou

PD.: para la explicación, pincha aquí para ver la curva anterior.

¡Un saludo y nos vemos en R3!

domingo, 25 de abril de 2010

A vueltas con el chistecito

Una individua me preguntó ayer por la noche a qué me dedicaba. Tomé fuerzas y dije: "Soy matemático". No es fácil reconocer que lo eres en un mundo donde, por regla general, las Matemáticas son el trauma generalizado de los estudiantes de colegio.

Y claro, el ser humano, ese ente tan simpático que tiende a reírse sistemáticamente de todo aquello que desconoce, tuvo que hacer de las suyas: "¿Matemáticas? ¿Y sabes sumar? -dijo con ¡ironía!-. ¿Y dividir?". Imagino que puso estos dos ejemplos porque sus conocimientos sólo llegan hasta ahí.

Claro, no voy a echarles la culpa de no saber que, sin el profundo conocimiento que tenemos sobre las Matemáticas, seguiríamos teniendo al caballo como principal medio de transporte, pero no estoy como para soportar chistecitos al respecto.

Porque, puestos a reírse, ¿quién es más tonto de los dos?

miércoles, 21 de abril de 2010

Diálogos.

-No necesitas ganarte el corazón de nadie. Sólo tienes que pedirlo.

-Él... es un tipo genial. Es rico, inteligente y la trata bien. Ella va a tener una vida genial con él. ¿Pero yo? Bueno, yo haría cualquier cosa por ella pero, aún así, no sería suficiente. Supongo que prefiero que ella sea feliz, aunque eso signifique que yo no lo sea.

-Supongo que en el fondo también tenían razón en eso.

-¿Qué?

-Realmente eres un idiota.



¿Recuerdas cuando me eché a llorar en tus brazos escuchando esta canción...?

miércoles, 14 de abril de 2010

Ni bien ni mal, sino todo lo contrario

Tengo que decir que escribo por no abandonar esto, pero la verdad es que tengo poco que decir, aparte de un montón de ideas sueltas que se me pasan por la cabeza.

En mi vida, he sido un cobarde por no atreverme a mostrar con actos quién soy de verdad, algo que muy pocos conocen. Podréis decir mil cosas de mí y seguro que novecientas noventa y nueve son mentira (o verdades a medias, que para el caso...). Supongo que forma parte parte de mi encanto personal. Mi vida es como una continua partida de mus: me dedico a ir de tapado y, aunque a veces sorprendo con algún órdago, todos piensan que voy de farol. Es instinto de supervivencia, el amarrategui que diría mi compañeros Marcos.

Repito: ahí está la gracia, ése es el motivo de tanta cobardía. Intento ocultarme a los ojos de los demás para que no sean capaces de ver que detrás de tanta fachada se esconde un infeliz, una persona ahogada por las circunstancias, que nunca fue capaz de dar lo mejor de sí mismo y que tiene un miedo atroz a la vida, un paranoico que siempre se ha sentido la última mierda. Pero prefiero que me juzguen mal a que se compadezcan de mí, ya que siempre es más fácil mantener a los demás a raya que expresar lo que sientes.

En serio, seguid pensando lo que queráis de mí; yo mientras sonreiré tras el humo de un cigarro y me limitaré a hacer lo que mejor sé: engañaros. No sabéis cuánto me río de vuestros juicios de valor.

Sólo queda decir: que estuve solo, sigo solo y solo seguiré contemplando el mundo tras esta verja...

Aquí va un vídeo dedicado a los que os pasáis por aquí, aunque sea de cuando en cuando:



And she fights for her life
As she puts on her
coat

And she fights for her life on the train
She looks at the rain

PD.: si no entendéis esta entrada, no os preocupéis. A veces, no me entiendo ni yo.

¡Un saludo y nos vemos en R3!

lunes, 5 de abril de 2010

Breve y conciso

Sé que no lees esto y por eso me permitiré el pequeño lujo de dejar por escrito que llevo cuatro días pensando en ti...

Odio haber vuelto a la rutina, ésa que me hace consciente de la falta de confianza que tengo en mí mismo, la que me hace creer que el tiempo se me escapa de las manos como si fuera agua. Un día a día que me va quemando, que hace que se me quiten las ganas de hacer nada.

Ya no me apetece ni escribir...

sábado, 27 de marzo de 2010

Así van los premios 2010

Bueno, después de casi un mes sin actualizar por unas causas y por otras (entre ellas por la maravillosa gestión de ONO para darme de alta en su servicio de ADSL), vuelvo haciendo un repaso de cómo van los Premios Bastardos 2010 después de este primer trimestre fiscal.

Para el que no lo sepa, los Premios Bastardos vendrían a ser como los Premios Razzie del cine, que se otorgan por los EPIC FAIL del grupo. Cada premio lleva el nombre de un miembro del grupo en honor a las mayores cagadas de dicha persona. 

PREMIOS BASTARDOS 2010
  1. Libardada del año (Libardo Betancourth): este premio se otorga por haber sido víctima de la peor mala suerte del año. Está la cosa reñida, aunque se lo lleva Libardo por A cuatro patas (y no para fregar el suelo): nuestro amigo Libardo tenía colgado un anuncio en una página web donde ofrecía sus servicios como canguro, cuidador de mascotas y chico de la limpieza. Así que, en estos tiempos de crisis, recibió una llamada de un hombre para contrarlo a cambio de 45 euros por dos horas de limpieza. Libardo, ante lo extraño de tan cuantiosa oferta, le preguntó al tipo en cuestión si tenía que limpiar la casa u otro tipo de cosas. Como era de esperar, el hombre buscaba que le dieran un repaso y no precisamente al parqué. Anteriormente lo tenía Alberto, con Un día de suerte: el bueno de Alberto estaba sentado en un bar cuando de pronto se agachó y, al reincorporarse, sonrió triunfante y dijo: "¡Hoy es mi día de suerte, me he encontrado una moneda de 50 céntimos!". Minutos más tarde, una mujer corría desesperadamente al sitio de Alberto diciendo: "Oye, mira, es que antes estaba aquí sentada y creo que se me han debido caer las llaves al suelo, por favor, echa un ojo a ver si están debajo de la mesa". En efecto, al agacharse de nuevo, Alberto no sólo encontró las llaves, sino el iPod que a la chica se le había caído. Cuando ella se fue, le dije: "Sí, Alberto, tu día de buena suerte: te has encontrado una moneda de 50 céntimos al lado de un iPod y NO TE HAS DADO CUENTA".
  2. Albertada del año (Alberto Quintanar): también conocido como el premio Capitán No-Surgió, se lo lleva quien haya sufrido un rechazo por parte del género femenino cuando todo parecía indicar que la situación estaba a tiro de piedra. Por ahora, soy yo quien ostenta el premio por Jornada de estudio: haber estado a solas en casa de una chica sin que pasara nada.
  3. Pizarrada del año (un servidor): premio al comentario más bestia. También lo ostento yo, por El destrozaegos: típica diva nocturna que tiene que espentarse moscones y, cómo no puede ser de otra manera, rechaza sistemáticamente cualquier intento de acercamiento masculino. Tras varias horas de fiesta, de vuelta a casa, me acerqué a ella y le dije: "Pues... parece que después de cinco horas de fiesta no estás tan guapa, ¿no?". Mortal.
  4. Jareñada del año (Diego Jareño): éste es el único premio bueno de la lista. Se lo lleve quien ligue con la más guapa. Lo ostenta Alberto desde Nochevieja por La Chica del Ropero.
  5. Quirosada del año (Dani Quirós): este premio lo recibe quien haya tenido más morro a lo largo del año. Aún está por determinar.
  6. Juanada del año (Juan S. Upegui): premio al acto más impresentable. Lo ostento yo por una hazaña privada no publicable en Internet (hay niños que nos ven).

lunes, 1 de marzo de 2010

Los fantasmas del paraíso. Parte III

No leas esta parte si no has leído las dos anteriores.

Los fantasmas del paraíso. Parte III

Cruzó una última esquina y se paró a observar desde una distancia prudencial. En la puerta de aquel restaurante del centro de Madrid donde la pareja había quedado para celebrar su segundo aniversario, Gonzalo esperaba fumándose un cigarro a que Andrea cruzara la calle.

Ambos se besaron y se abrazaron con entusiasmo bajo su atenta mirada. Segundos después, entraron en el restaurante y él se dispuso a seguirlos, con el corazón latiéndole con fuerza en el pecho. Dejó que la cólera se apoderara de él.

El sitio estaba a rebosar de gente. La pareja se había sentado en el otro lado del restaurante y él se acercó a la barra para pedir un whisky. Necesitaba algo de alcohol para reunir fuerzas.

Pronto estaré en el cielo, se dijo, contigo, Padre.

Apuró de un trago el vaso y pidió otro. El camarero le miró con desconfianza pero, en cuanto sacó un billete de cincuenta euros, le sirvió la bebida sin hacer preguntas.

A lo lejos, Gonzalo y Andrea discutían con el camarero lo que iban a pedir.

La úlcera del estómago no tardaría mucho en noquearle, así que debía darse prisa. Con la vista nublada por el efecto del alcohol, se separó de la barra y, tambaleándose, se deslizó entre las mesas. El camarero que atendía a la pareja cerró su libreta y se alejó en dirección a la cocina. Era su oportunidad.

-¿Está todo a su gusto? –dijo él cuando estuvo justo al lado de la mesa.

La cuchara que Andrea sostenía se escurrió de entre los dedos al reconocer su voz. Gonzalo levantó la vista y se topó con su fría mirada.

-¿Qué coño haces aquí? –gritó.

El ruido de la cuchara alertó a las mesas vecinas. Gonzalo golpeó con el puño la mesa e intentó ponerse de pie para destrozarle allí mismo, pero un simple gesto lo detuvo.

¡Fue tan fácil! Como si llevara meses preparando cada movimiento, el revólver se deslizó suavemente fuera de la chaqueta y su mano lo llevó justo hasta en la frente de Gonzalo. De repente, éste palideció y volvió a sentarse lentamente.

Alguien gritó y de pronto toda la gente que estaba en el restaurante se alejó lo más rápido posible de los tres. No obstante, algunos, desde la distancia, observaban con una curiosidad enfermiza que rayaba la temeridad. Pudo ver de reojo a una camarera llamando por teléfono, con total seguridad a la policía, pero no llegarían a tiempo.

-No… -gimió Andrea-. ¿Qué he hecho? ¿Por qué…?

-¡Cállate! –gritó-. ¡Sabes de sobra lo que has hecho!

El gesto de Gonzalo se endureció. Al parecer había comprendido que no tardaría mucho en morir y decidió hacerlo con la cabeza bien alta:

-Si vas a matarnos –dijo, apretando los dientes-, ¿a qué esperas?

Tenía huevos, el muy cabrón. Deslizó el pulgar para quitar el seguro del revólver y Gonzalo pudo sentir en su propia piel el mecanismo del tambor al girar. Podía sentir su miedo, el temblor de su cuerpo, y disfrutó de aquella momentánea sensación de poder.

-¡Dile que le amas! –Le gritó a Andrea-. ¡Es tu última oportunidad, díselo antes de que lo mate!

Andrea le suplicó con la mirada, pero él se mostró indiferente. Luego miró a Gonzalo, la persona que lo había dado todo por ella, y no pudo evitar romper a llorar.

-¡Que se lo digas!

-¿Por qué?

-¡Porque quiero oírte decir las palabras que han destrozado mi vida!

-No puedo –susurró Andrea-. No puedo decírselo porque no es verdad. No le amo.

Él y Gonzalo se quedaron petrificados.

-No le amo a él... -balbuceó- Siempre te he amado a ti, pero esto... No, yo no podía... Lo siento, lo siento mucho. Por los dos.

-¿Me… me quieres? -las piernas empezaron a fallarle-. ¿Después de todo... a mí?

Todo a su alrededor comenzó a dar vueltas. Primero una arcada, luego sintió cómo su estómago se retorcía sobre sí mismo. El dolor se extendió rápidamente por sus entrañas y, sin poder evitarlo, perdió la fuerza en las piernas. Con un golpe sordo, se derrumbó contra la mesa. Entonces, recordó...


...


Llovía. Todo a su alrededor era gris, cada detalle estaba rodeado de una tristeza infausta. Alguien lloraba a su lado. Andrea, era ella. Quiso alzar la mano para consolarla, pero por alguna extraña razón no podía moverse.

Una voz monótona pronunciaba algún tipo de discurso, sólo interrumpido por el sonido de la lluvia. Alzó la vista y se dio cuenta de dónde estaba. Un cementerio. ¿Qué hago yo aquí?

El párraco leía un pasaje de la Biblia delante de un ataúd abierto, preparado para ser enterrado en cuanto terminara. Se preguntó qué tipo de pesadilla era aquella.

Arrastrando los pies se acercó hasta el féretro y se asomó para ver quién había fallecido. La sangre se heló en sus venas cuando reconoció la cara: su madre.

No, aquello no era una pesadilla: era un recuerdo. ¿Pero qué...?

Hubo un destello y de repente ya no estaba en el funeral de su madre. Reconoció su habitación, la cama sin hacer, el ambiente cargado. En el suelo, el contenido de la caja de su padre estaba desparramado. Buscaba algo desesperadamente: el revólver. ¡Iba a suicidarse!

Se sentó de rodillas y bebió un sorbo de una botella de vodka que había aparecido de la nada. Después, se acercó lentamente el cañón del arma a la sien. Cerró los ojos, dispuesto a quitarse de en medio.

No tuvo el valor suficiente para hacerlo. Furioso consigo mismo, arrojó la pistola contra la pared y gritó, desesperado.

Después se vio a sí mismo hablando solo con la cama de su madre, intentando consolar a un fantasma inexistente, llevándole comida a un producto de su imaginación...

Había vivido una mentira durante los dos últimos años. Quiso negarlo, convencerse de que no se había vuelto loco, pero no pudo. Al fin, al fin era capaz de recordar...


...


Cuando abrió los ojos, todo estaba borroso. A su lado, Andrea gritaba, pero apenas podía escucharla. Su voz sonaba muy, muy lejana.

-¿Qué te pasa? –preguntaba.

Apenas podía escucharla. Con la cabeza apoyada sobre la mesa, podía ver el revólver. Aquel golpe, las palabras de Andrea... le habían hecho recordar. Me quiere, me quiere a mí...

-Éste no soy yo… -murmuró-. ¿Qué estoy haciendo? Yo…

Levantó la mirada y se encontró con las lágrimas de ella.

-Ya no hay marcha atrás, lo sabes, ¿verdad? –dijo-. Ya no.

Andrea asintió con la cabeza.

Esquizofrenia. Su mente enferma había creado recuerdos falsos para protegerse de la cruda realidad. Había llegado a creer que su madre aún vivía. ¿Cuántos recuerdos de los últimos años eran falsos? ¿Se estaba muriendo de verdad o aquello era también producto de su imaginación?

En su locura había estado a punto de pegar un tiro a la persona a la que más había querido en su vida. No merecía una segunda oportunidad.

-No es necesario que lo hagas –Andrea sollozó.

-No me queda más remedio.

-Supongo que ya es demasiado tarde.

Ambos sonrieron. Pobre Gonzalo, se dijo. También había arruinado su vida.

Sabía lo que tenía que hacer y esta vez sí tendría el valor de hacerlo. Se introdujo la bocana del revólver en la boca y colocó el índice sobre el gatillo. El grito de Andrea quedó ahogado por el sonido del disparo.

En el último instante, vio la expresión de horror de Andrea. Gonzalo apartó la cara. La policía entró corriendo por la puerta justo en ese momento. En el restaurante reinó el caos.

La bala atravesó su nuca. Todo se llenó de luz.

-Muy bien, hijo mío. Los has conseguido. Por fin serás feliz.

Al fin los veía. Por fin se reuniría con sus fantasmas del paraíso.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Los fantasmas del paraíso. Parte II

No sigas leyendo si no has leído aún la primera parte (entrada anterior).


Los fantasmas del paraíso. Parte II

   Andrea se dejó caer en la silla que Gonzalo había reservado para ella en la cafetería. No hacía falta que dijera nada, él ya sabía a quién se debía aquella triste expresión en su rostro.
   -No lo sé –susurró-. Tengo mucho miedo.
   -Tranquila, pequeña –la atrajo hacia sí y la besó-. Ya se le pasará...
   -¿Cuándo? –Alzó la voz-. ¡Lleva más de dos años así!
   Gonzalo no supo qué contestar. Se limitó a permanecer abrazado a ella.
   -Nunca superará que tú y yo estemos juntos –dijo-. Cree que le traicioné, que estaba jugando con él. ¿Qué podía hacer si yo quería estar contigo? ¡Suficiente me hizo sufrir cuando era yo la que estaba enamorada de él!
   Se echó a llorar como cada vez que salía el tema. Gonzalo sintió unas ganas irrefrenables de estrangular a ese cabrón egoísta por hacerla sufrir tanto debido. Por su culpa, aquella conversación se repetía una y otra vez y Gonzalo temía que ella siguiera sintiendo algo más que amistad por él.
   -Tienes razón, nunca lo superará –asintió Gonzalo-. Pero tú sí deberías hacerlo y te prometo que estaré a tu lado siempre.
   -Se ha vuelto loco.
   -Sí.
   Andrea le dedicó una mirada cargada de dolor. Durante dos años, aquellos ojos habían visto la caída en picado de su mejor amigo en un pozo que parecía no tener fondo.
   Y si eso fuera lo único… Él había sido todo para ella desde que se conocieron hacía ya cinco años en aquella fiesta. Andrea lloraba en un rincón y él se acercó hasta ella y le pidió que sonriera. No fue un gesto increíble, pero ya era más de lo que sus amigas habían hecho.
   Se enamoró. De aquel chico tan inteligente, de sus palabras, de sus gestos. Incluso empezó a verle cierto atractivo invisible hasta ese momento.
   Pero él la veía como una amiga, o eso daba a entender. Andrea sabía que él también se había enamorado, pero pronto descubrió que su cabeza era tan compleja que funcionaba de forma distinta a la del resto de los mortales.
   Cometieron el error de besarse una fría tarde de invierno o, más bien, ella le besó a él. Todo cambió a partir de ese momento. Se acabaron las largas conversaciones en casa de ella, sustituidas por el sexo. No hubo más confesiones por teléfono a las tantas de la madrugada, empezaron las fechas, los regalos, “Estoy enamorada de ti”, “Yo también”, “Dame un beso”.
   Pero por alguna razón él no era capaz de hacerla feliz y un día, al poco de entrar en la ETSIT, su relación se acabó.
   -Podemos seguir siendo amigos –mintió él.
   -Claro, esto no tiene por qué afectar nada en nuestra amistad –y Andrea sonrió, aunque no del todo.
   Pronto descubriría que la razón por la cual no era feliz no dependía de él, sino de ella misma. En ese momento, sentada frente a Gonzalo, fue consciente de ello más que nunca. Él había soportado aquellos fantasmas durante dos años y Andrea entendía incluso que a veces hubiera dormido en la cama de otra, preso de la desesperación. Gonzalo se había esforzado más que nadie en intentar hacerla feliz, pero daba igual, no era capaz.
   No mientras siguiera enamorada de él, la persona que se estaba hundiendo por su culpa.
   -¿En qué piensas? –preguntó Gonzalo.
   -En lo mucho que te quiero –un intento de sonrisa cruzó sus labios-. Gracias por estos dos años, no sé qué hubiera hecho sin ti.
   -Sobrevivir, como hacemos todos.
   -Sí, supongo –desvió la mirada a la ventana.
   Allí, al otro lado del cristal, estaba él, mirándoles.


   Nada más llegar a casa, fue directo a su habitación. Tal, como esperaba, la cama seguía sin hacer, tal cual la había dejado esa mañana. Eso significaba que su madre tampoco iba a levantarse ese día, así que se dirigió a la cocina y empezó a hacer comida para dos.
   Hacía meses que dejaba la cama sin hacer. Si se la encontraba hecha, significaba que su madre se había levantado. Así sabía los días que salía de la habitación, aunque hacía mucho tiempo que aquello no ocurría. Durante los tres últimos años, las depresiones la habían atacado constantemente, atándola durante largos períodos a la cama. El último, el más grave, duraba ya dos meses.
   Él se limitaba a llevarle comida al mediodía y a recoger los platos por la noche. Así sobrevivía, pues no aceptaba nada más ni de nadie más.
   Su hermano, un año más pequeño, vivía con unos familiares en la otra punta de la ciudad, ajeno a aquel desastre en el que se había convertido su casa. Ninguno de los dos llegó a conocer jamás a su padre. Lo único que conservaban de él era un cajón lleno de cosas suyas en algún rincón de la casa.
    Pero aquello acabaría pronto. Llevaba mucho tiempo intentando reunir el dinero necesario para pagarle a su madre la atención psiquiátrica que precisaba, haciendo lo imposible, hasta que Él se hizo eco de su situación y decidió encargarse de todo. A la mañana siguiente, un equipo del sanatorio mental pasaría a recogerla.
   No quedaba otra alternativa, no después de lo que se proponía hacer.
   Colocó la comida de su madre en una bandeja y fue hasta su habitación. Abrió la puerta y esperó hasta que sus ojos se acostumbraron a la oscuridad. Una pesada respiración procedía de algún lugar entre las sábanas. Se acercó hasta la mesilla y dejó allí la bandeja, lentamente.
   Una profunda tristeza le invadió. Sabía que aquella era, con total seguridad, la última vez que vería a su madre. Contuvo las lágrimas y dio la vuelta para salir de aquella habitación.
  Se detuvo un segundo en el umbral de la puerta.
   -Mamá... -empezó-. Mamá, tengo algo que decirte...
   Un gruñido fue toda la respuesta que sus lágrimas obtuvieron.
   -Mamá, voy a encender la luz, tengo que...
   No tuvo tiempo de accionar al interruptor, pues un plato se estrelló cerca de su mano contra la pared, haciéndose añicos:
   -¡Fuera! ¡MÁRCHATE!
   Asustado, salió de la habitación y cerró la puerta tras de sí. Preso de la desesperación, corrió hasta su habitación y se derrumbó en la silla. Cuando fue capaz de recuperar el control de sí mismo, sacó un cigarro del bolsillo y lo encendió. Después, se acercó hasta el equipo de música y pulsó el botón play.
   Las notas oscuras del bajo de 10.000 days de Tool, mezcladas con sonidos de tormenta, dieron paso a la voz melosa de Maynard James Keenan:
    Listen to the tales and romanticize how we follow the path of the hero…”
   Abrió la mochila y sacó la caja de madera que Él le había entregado media hora antes. El corazón le golpeaba el pecho con fuerza. A pesar de todo el dolor que sentía, tuvo que reconocer que por fin todo salía según lo previsto.
   “10.000 days in the fire is long enough, you’re going home…”   Estudió con detenimiento el contenido de la caja, lo sacó y contempló su brillo al trasluz. Sonrió. Quizá decir diez mil días en el fuego era exagerado, pero los últimos tres años de su vida habían sido un auténtico infierno.
   “It’s time now, my time now! Give me my… Give me my wings!”
   Sí, era el momento. Se sentó, dio la última calada al cigarro y dejó de nuevo aquel artilugio en su caja. Los fantasmas que anidaban en su interior dejaron de gritar por primera vez.
   -No te preocupes –había dicho Él hacía ya mucho tiempo-, yo me encargaré de tu madre. Ya has sufrido demasiado, hijo mío. Es hora de actuar.
   No conseguía recordar cómo Él había aparecido en su vida, ni por qué se había metido en ella cada vez más. La primera imagen que le venía a la cabeza era un enorme salón, ambos sentados en sendos sillones majestuosos. La chimenea desprendía un calor reconfortante. Desde aquel día, Él se convirtió en la única persona en la que podía confiar.
   -¿Eso es todo? –preguntó, ingenuo, antes de apurar su copa.
   -¿No estás de acuerdo conmigo? ¿No crees que sea suficiente?Él sonrió-. Es hora de que termines con todo esto. No serás feliz mientras ella siga en tu vida.
   -¿Y qué puedo hacer? La quiero tanto…
   -Busca en tu interior. Nadie conoce la respuesta mejor que tú mismo.
   Sí. Lo sabía, aunque hubiera necesitado de un mentor como aquél, alguien que entendiera su situación casi mejor que él mismo y le guiara a la hora de tomar decisiones en su vida, para darse cuenta. Él le dijo que no perdiera la fe, que no se dejara cegar por el dolor. Él le dio un sentido al poco tiempo de vida que le quedaba a su mente.
   Algo debió cambiar en su mirada, porque de pronto Él asintió con la cabeza y se acercó hasta el chico para posar la mano en su hombro. Su cercanía se le antojó sobrecogedora.
   -Eso es, muchacho. Deja que tu rabia vea la luz.
   Una oleada de dolor le golpeó cuando clavó la mirada en sus ojos. En ese momento fue consciente de quién era Él, cómo sabía toda su historia y por qué había decidido ayudarle.
   Fue Dios quien le convenció de que tenía que matarla, y ahora un revólver pesaba en el interior de su chaqueta mientras la seguía a través de las calles de Madrid.
   No dudó ni siquiera por un instante. Su paso no vacilaba. Había tomado una decisión y estaba contento de poder hacer algo de una vez por todas, después de haber sufrido tanta humillación por parte de Andrea. Se acabaría su existencia y, con ella, el sentirse incapaz de ser feliz o de hacer feliz a alguien. Con total seguridad pasaría sus últimos días en la cárcel y no volvería a ver a su madre, pero al menos sabía que ella estaría bien.
   Había necesitado de algo que le abriera los ojos, pero en ese momento lo veía todo tan claro que no dejaba de preguntarse cómo no se le había ocurrido antes.
   Los mataría. No sólo a ella, también al imbécil de Gonzalo.
   ¡Dios estaba de su parte, no podía fallarle!

lunes, 15 de febrero de 2010

Los fantasmas del paraíso. Parte I

Antes que nada, disculpad que no actualice con mucha frecuencia, ya volverá mi inspiración creativa. Y gracias a todos los que hayáis participado de forma directa o indirecta en mi cumpleaños, seréis recompensados.

Es curioso que los que sabemos lo que es amar más allá de la ostentación (ya sabéis, eso de poner hasta en los asientos del autobús lo mucho que quieres a la otra persona para que lo vea todo el mundo), la monotonía, la relación interesada (regalitos y demás), las fechas importantes (con segundos, minutos, horas, días, meses, años,...), las ñoñerías del tipo cuelga tú y demás tópicos de pareja, opinemos casi todos lo mismo: San Valentín no es el día en que tienes que demostrar a tu pareja lo mucho que la quieres, sino todos los demás. Vamos, que San Valentín es una horterada y una estupidez.

Además, el amor sólo lo celebra quien no lo conoce. Sí, el amor es muy bonito, pero sólo cuando es correspondido; si no, es algo desgarrador, doloroso. No nos engañemos, la mayoría de las historias de amor no acaban bien, al contrario de lo que nos quieren vender; y en otra cosa no, amigos, pero de patinazos y fracasos en este tema podrían nombrarme doctor honoris causa.

Hace tiempo escribí una historia de amor que quiero compartir con todos vosotros. La colgaré en varios trozos, por aquello de darle un poco de expectación al asunto y que no os aburra de tanto leerla. Se titula Los fantasmas del paraíso, y salio publicado en el ECO de Teleco. Habla, hasta cierto punto, de mí. Y de ella. Espero que la disfrutéis y os acerque un poquito a quién soy.


Los fantasmas del paraíso. Parte I

      Alzó  el botellín y apuró de un trago lo poco que quedaba de cerveza. Su sabor amargo le recordó tristemente las fiestas que en el pasado frecuentaba con sus amigos. De vez en cuando le invitaban a salir, pero una y otra vez rechazaba las ofertas de noches de juerga y alcohol. Ya no le aportaban nada.
     Aunque, pensándolo mejor, eran sus amigos los que no le llenaban.

   Sus labios perfilaron una sonrisa irónica mientras se levantaba. A pesar de que el color amarillento de la cafetería de la Escuela conseguía ponerle de los nervios, se dejaba caer por allí a la salida de las clases para echar un trago, siempre solo, antes de volver a casa.
      Pasó  al lado de la cola de la comida y pudo echarle un vistazo rápido. <Oh, monsieur! Cordon bleu! >>. En su mochila pesaban las carpetas de asignaturas que ya había dado por imposibles. Hacía tiempo que se había dado cuenta de que aquella carrera no era lo suyo y, aún así, acudía un día tras otro a clase para tomar los apuntes que sus profesores explicaban con mayor o menos destreza. Y ya que no se los iba a estudiar, por lo menos los sacaba de paseo.
      Cruzó  la puerta de la cafetería, dispuesto a marcharse lo más rápido posible, cuando se topó con Andrea a la salida de Publicaciones.
      ¿Acaso es posible describir la perfección?
      Aquella chica lo tenía todo: era guapa, inteligente y hacía gala de un sentido del humor con el que él sólo podía soñar. Al verle, sonrió. Podía decirse que era su mejor amiga, pero eso era sólo una verdad a medias. Si seguía yendo todos los días a la Escuela, en el fondo, para verla, para sentarse en cualquier lugar de la clase desde donde poder contemplarla mientras su mano escribía en el papel demostraciones lógicas que para él resultaban completamente ilógicas.
      -¡Buenas! –saludó-. No te he visto salir de clase. ¿Te vas ya?
      -Sí  –contestó él desde su nube-. Tengo un poco de prisa.
      -Pensé  que te quedabas a comer hoy. ¿Sabes qué hay?
      -Adivina.
      -Déjame pensar –se llevó un dedo a la barbilla y miró al techo, pensativa-. Paella y filete con patatas.
      -Eres buena, ¿eh? –le dijo-. Yo jamás lo habría adivinado.
      -¿No vas a quedarte aunque te insista? –puso cara de niña buena-. He quedado con Gonzalo abajo, si quieres comemos los tres.
      Gonzalo. Sólo con mencionar su nombre bastaba para que los celos azotaran su estómago. Durante unos segundos estuvo seguro de que su cara había sido la viva imagen de la ira. Miró hacia las máquinas expendedoras antes de contestar, intentando disimular su enfado.
      Gonzalo era su novio, uno de los muchos idiotas que pululaban por la Escuela dándose aires sólo por el hecho de estudiar una ingeniería pero que, en realidad, no hacía más que danzar de fiesta en fiesta, tirándose a lo primero que se pusiera por delante, y, por supuesto, su rol de chico malo le obligaba a faltar a todas las clases. Claro que ella era consciente de ello y, con casi total seguridad, era eso lo que más le atraía de él. La complicada psicología femenina, que hace aguas por todos lados.
      -No puedo, de verdad –dijo al fin-. Tengo prisa.
      Andrea se puso de puntillas para darle un beso en la mejilla, pero él se apartó y comenzó a alejarse rápidamente de cafetería.
      -¡Recuerda que el Eco sale mañana! –le gritó cuando alcanzó el hall.
      El puto Eco, se dijo.
      Cuando alcanzó las puertas de la Escuela, soltó todo el aire que había estado reteniendo y aspiró profundamente varias veces para tranquilizarse.
      Se llevó las manos a los bolsillos en busca del paquete de tabaco y el mechero y salió a la calle. El cigarrillo temblaba en sus manos por culpa de la ansiedad y a duras penas acertó a encenderlo. Aspiró una bocanada. Luego otra y otra más. Sus nervios comenzaron a calmarse cuando se sentó en un banco.
      Definitivamente no sólo era su mejor amiga. Era la persona a la que más odiaba de todas cuantas conocía. Ella sabía perfectamente lo que él sentía, pero lo obviaba como si fuese la cosa más normal del mundo. ¿Invitarle a comer con ella y su novio? Estaba loca si pensaba que caería tan bajo.
      Echó a andar hacia el metro, pero la triste realidad le sorprendió cuando se vio a sí mismo reflejado en las ventanas de la cafetería.  Allí estaban los dos, hablando de cualquier tontería, completamente ajenos a su mirada. Y él los observaba con una curiosidad enfermiza mientras el dolor le consumía.
      Un intenso calor en los dedos le devolvió a la realidad. El cigarro casi se había consumido por completo y las ascuas quemaban su piel. Arrojó la colilla al césped y, temeroso de ser descubierto, se apartó de la ventana y salió corriendo hacia la Avenida del Paraninfo.
      En algún bolsillo del pantalón el móvil comenzó a vibrar y paró para cogerlo. Tomó aire varias veces antes de contestar, falto de oxígeno.
      -¿Sí? –dijo al acercarse el auricular a la oreja.
      -¿Cómo estás, hijo? –Dijo una voz ronca al otro lado de la línea-. Ya tengo todo listo. Nos veremos en una hora, en el lugar de siempre
      -Está bien. Gracias por todo.
      Colgó sin despedirse y guardó el teléfono de nuevo en el bolsillo.
      El trayecto que separaba la Escuela del Metro le invitaba a reflexionar. Casi siempre volvía a casa solo y, cuando algún compañero de clase le acompañaba, apenas intercambiaban algo más que comentarios estúpidos acerca de la carrera. Todo el mundo empezaba a decir que se estaba volviendo loco.
      Hasta él mismo llegó a pensarlo en más de una ocasión, aunque siempre rechazaba la idea al instante. Él era el más cuerdo de todos, de eso estaba completamente seguro. No tenía más que echar un vistazo a su alrededor para darse cuenta de que todo el mundo había perdido los papeles.
      Al igual que ella.
      Su forma de actuar no tenía ningún sentido. Jugaba con él, se dedicaba a contarle sus penas, a calentarlo con mil y una historias, a jugar a un perverso tira y afloja. Pero, por encima de todo, ella amaba a Gonzalo, lo cual, teniendo en cuenta la difícil lógica del ser humano, podría ser cierto.
      Pero, de eso sí estaba seguro, era él quien la amaba, aunque parecía que sus sentimientos no importaban nada. Su amor fue derivando poco a poco en dolor y, al final, acabó odiándola al sentirse rechazado.
      La guinda la puso la entrada de ambos en el Eco. La revista, necesitada como estaba de nuevos redactores, los acogió en cuanto entraron por la puerta. De eso hacía ya dos años y medio.
      Allí  estaba Gonzalo, redactor veterano y alabado por sus artículos en toda la Escuela, luciéndose en las reuniones y enamorándola con su encanto personal.
      Pronto quedó claro quién valía para redactor y quién no. Mientras que ella exhibía sus dotes literarias y humorísticas, él tenía que conformarse con hacer algún artículo de dudosa calidad o ayudar a guionizar un cómic.
      Dispuesto a demostrarles a todos que él también era capaz de escribir algo a la altura de las circunstancias, bajó un día cualquiera a la redacción con mil ideas en la cabeza. Metió la llave en la cerradura, empujó la puerta y, embelesado con sus propias ocurrencias, no tuvo tiempo de oírla gritar “¡Un momento!”.
      Algo se rompió en su interior cuando, al entrar, los vio semidesnudos en el sofá del club. Su rostro palideció y se descompuso mientras se disculpaba y volvía a salir.
      Al día siguiente dejó la revista escudándose en sus desastrosos resultados académicos.
      A partir de ese momento, sus amigos le rogaron encarecidamente que se olvidase de ella, pero él hizo caso omiso de sus consejos y empezó a alejarse de ellos para no tener que soportar sus comentarios al respecto.
      Inmerso en sus pensamientos, apenas fue consciente de que ya estaba cruzando los torniquetes del Metro y mezclándose con la multitud que bajaba las escaleras que llevaban al andén uno de la Línea 6. Perdido entre tanta gente encontró por fin un momento de alivio.
      El tren llegó y la masa se encargó de hacerle entrar en uno de los vagones. A esa hora el Metro rebosaba de estudiantes que deseaban llegar a casa para comer.
      Consultó  el reloj para comprobar una vez más la fecha. Veintisiete de noviembre, el día que la parejita feliz cumplía su segundo año de relación.
      Sintió una punzada familiar en el estómago y no pudo evitar llevarse las manos al abdomen. Un anciano que despedía un olor muy desagradable preguntó si necesitaba ayuda y le tendió los brazos para sostenerle. De un manotazo, lo apartó y se aferró a una de las barras intentando sobreponerse al dolor.
      Se estaba muriendo a un ritmo vertiginoso y los médicos no sabían explicarle porqué. La úlcera del estómago no era más que un síntoma provocado por el dolor que soportaba su mente. El psiquiatra, al que sólo había acudido en una ocasión, le dijo que se estaba muriendo de pena.
      Pasaron varias estaciones antes de que pudiera sentarse por fin y alejarse de aquel tipo que apestaba. Apoyó la cabeza en la ventana que daba al otro vagón y su mirada se perdió en el infinito.
      -… Atención, estación en curva. Al salir, tengan cuidado para no introducir el pie entre coche y andén 

miércoles, 3 de febrero de 2010

1000 visitas

Bueno, después de meses 4 meses y 28 entradas, Un matemático de paso ha superado las 1000 visitas. Gracias a todos los que os pasáis a menudo a leer mis desvaríos, siempre es gratificante saber que hay gente al otro lado...


Quiero dedicarles estas visitas a mis compañeros de Matemáticas, los que han sufrido desde el día 11 hasta el 22 de enero los mismos exámenes que yo y han estado desquiciados. Mi más sincera enhorabuena a los que habéis aprobado todas a la primera, me quito el sombrero ante vosotros (quizá os parezca una tontería, pero yo vengo de un sitio donde decían que triunfar era imposible... y poco de eso se veía).

En especial, esta entrada va dedicada a Teresa, a la que he visto sufriendo mucho con todo esto de las Matemáticas y que al final ha sacado unas notas increíbles. Por eso y porque la quiero mucho.

Enhorabuena también a David, Álvaro, Paola, Ana Belén, Rasskin, Raquel, Gonzalo, Raúl... y a todos aquellos que también lo hayáis aprobado todo pero cuyas notas desconozco.

¡Un saludo y nos vemos en R3! 

miércoles, 27 de enero de 2010

¡Sí joder!

Álgebra lineal: Matrícula

Soy feliz:


lunes, 25 de enero de 2010

Vuelta a empezar

FIN DE EXÁMENES
Ya está, se acabó. Se acabaron los exámenes, el tener todo el día la cabeza puesta en números, conceptos, demostraciones e ideas felices, al menos por un tiempo. Gracias a todos los que me habéis dado durante el pasado fin de semana la distracción que necesitaba, tanto el viernes como el sábado.

Ya puedo despedirme de Cálculo I (después de ese 9.1 éste podría ser mi ego), para los restos, aunque al final le he acabado cogiendo cariño y todo a la asignatura y, mientras, estoy a expensas de que salgan el resto de las notas.

CUATRIMESTRE NUEVO, VIDA NUEVA
Como era de esperar, apenas hemos tenido dos días de vacaciones después del último examen (el de Álgebra Lineal, de tres horas y seis folios, por cierto) antes de comenzar con el segundo cuatrimestre (manda huevos que en la UPM, donde el alumno es el escalón inferior de la cadena alimenticia, tengan una semana de vacaciones y en la UAM, que se supone una Universidad moderna, avanzada y democrática no tengamos ni un triste día de fiesta).

Tengo buenas vibraciones con las nuevas asignaturas. Cálculo II significa volver a los tiempos de FMT2, con funciones multivariable, y de FMT3, con sus integrales de superficie, volumen, etc. Gracias a las clases que le di a mi buen amigo Berto (Me quejo si me provocas), donde tuve que estudiarme las transformaciones ortogonales para luego enseñárselas a él, tengo asentados los conceptos básicos de Álgebra Lineal y Geometría. La menos familiar es Cálculo Numérico (programación en Matlab), pero tiene pinta de que me va a gustar. Durante el cuatrimestre iré colgando ejercicios resueltos, a los que podréis acceder desde la columna de la derecha y ya sabéis, si necesitáis algo no tenéis más que pedirlo.

COMUNIO
¡Maldigo la hora en la que me dijisteis que entrera en una nueva mierda que junto a Tuenti, Facebook, Twitter, Blogspot, Gmail, Microsiervos, Messenger... absorbe toda mi vida en la red!

Por cierto, he sumado 41 puntos en la Jornada 19 de la Liga, lo cual no está nada mal.

LA VENGANZA DE LA MACETA
Para quienes no lo sepan, hace casi tiempo pude morir aplastado por una maceta de 30 kilos que se me cayó encima y que a duras penas logré sostener. El sábado, casi un año después, urdí mi venganza contra estos seres tan abominables:


¡Morid, macetas, morid!

FORMULA1
Y hablando de otra de mis pasiones, dentro de muy poco (un mes y medio, aproximadamente) empieza el Mundial 2010 de Formula1, así que ya se empiezan a ver los coches que conformarán la parrilla y el desfile de pilotos que se colocarán a los mandos de los monoplazas. El último, estrenado hoy, es el MGP W01, la nueva 'flecha plateada' (con el permiso de McLaren) del renombrado Mercedes GP (antes Brawn GP), que irá pilotado nada más y nada menos que por el Kaiser Michael Schumacher a las órdenes de Ross Brawn.


 El nuevo MGP W01, probablemente uno de los coches más elegantes de la parrilla.

El tándem Schumacher-Brawn (cuando ambos estaban en Ferrari), uno desde el coche y otro desde el  box, ya nos regaló una serie de genialidades como la estrategia de cuatro paradas del Gran Premio de Francia de 2004, donde Schumacher se hizo finalmente con la victoria, y cinco Campeonatos de Pilotos para el Kaiser.

Además, para la mayoría de los aficionados españoles, la llegada de Fernando Alonso a Ferrari supone un punto de inflexión que llevábamos tiempo esperando (ver a todo un señor piloto con un coche tan mediocre como los dos Renault de las temporadas 2008 y 2009 era desesperante) y yo, personalmente, estoy deseando que llegue el día 1 de febrero para ver el Ferrari 281. Mientras tanto, sólo me queda decir que la temporada promete y recuerden, "si parpadean se lo van a perder, porque esto es la Formula1 en estado puro". 

¡Un saludo y nos vemos en R3! 


Dedicado a una fiel y rubia lectora

martes, 12 de enero de 2010

Convergencia de series.

Buenas a todos, lectores que os pasáis por aquí en lugar de hacer algo productivo. Tengo un teoremilla de esos que tanto os gustan acerca de la convergencia de series numéricas. Muchos os estaréis preguntando "¿y por qué el cabr... no lo puso ayer, antes del examen de Cálculo?" y no me queda más remedio que disculparme ante esta falta de previsión. Aunque un poco tarde, Un matemático de paso se enorgullece de presentar el...

Criterio de Comparación con el Compañero

Sea un examen de Cálculo convocado en un entorno del aula A, tomamos dos sujetos a y b cualesquiera de A que se están examinando. El Criterio de Comparación con el Compañero nos dice que, si a y b comparan sus resultados con el fin de hallar la solución, tenemos que:
  • Si el resultado del individuo a dice que la serie converge y el resultado del individuo b dice que la serie converge => Con casi toda seguridad la serie diverge (I Corolario de la Ley de Murphy).
  • Si el resultado del individuo a dice que la serie diverge y el resultado del individuo b dice que la serie diverge => Con casi toda seguridad la serie converge (II Corolario de la Ley de Murphy).
  • Si el resultado del individuo a dice que la serie diverge y el resultado del individuo b dice que la serie converge => Lo único que podemos asegurar es que uno y sólo uno de ellos tiene razón.
Un caso particular es que a = Amaya. En este caso, podemos asegurar que no existe b dentro de A con el que Amaya pueda comparar su resultado. Esto es debido a que, en entornos próximos a Amaya, existe una indeterminación del tipo Magdalena Walias que anula todos los intentos de aplicar el Criterio de Comparación con el compañero (por extensión, también anula el Criterio de Comparación con los Apuntes y el Criterio de Comparación con la Chuleta).

Nota: este criterio también recibe el nombre de Criterio de Pizarro-Blanco de Tena-Dávila

viernes, 8 de enero de 2010

Ejercicios resueltos

Hace poco descubrí Google Docs y la verdad es que estoy encantado con el sistema de documentos de la  todopoderosa Google. Además, lleva incorporado LaTeX, una potente combinación entre editor de texto y lenguaje de programación muy útil para escribir documentos matemáticos (de hecho, la mayoría de los archivos que se emplean en las facultades donde se imparten matemáticas están escritos con este sistema).

Por ello, en esta entrada colgaré algunos de los ejercicios vaya haciendo a lo largo de la carrera y que haya escrito en LaTeX. Si estás interesado, sólo tienes que pinchar en alguno de los siguientes enlaces:





          NOTA: si ves algún error, deja un comentario y lo corregiré.

          lunes, 4 de enero de 2010

          Alucinante

          -¡Oye tú, deja de seguirme!

          Me quedo petrificado en mitad de la calle. La susodicha que camina delante de mí desde la salida del Metro se acaba de dar la vuelta y aún no puedo creer lo que me ha dicho.

          -Pero... pero... -no se me ocurre qué decir, estoy en estado de shock.

          La lumbreras gira de nuevo sobre sus talones y echa a andar, indignadísima. No puedo dejar que se vaya, sin más:

          -¡Mira, imbécil, vivo en ese edificio de allí! ¿Te crees que porque lleves minifalda voy a ir perdiendo el culo detrás de ti?

          Suspiro y me pregunto: ¿en qué mundo vivo?

          YA HAY QUE SER GILIPOLLAS