Me quedo petrificado en mitad de la calle. La susodicha que camina delante de mí desde la salida del Metro se acaba de dar la vuelta y aún no puedo creer lo que me ha dicho.
-Pero... pero... -no se me ocurre qué decir, estoy en estado de shock.
La lumbreras gira de nuevo sobre sus talones y echa a andar, indignadísima. No puedo dejar que se vaya, sin más:
-¡Mira, imbécil, vivo en ese edificio de allí! ¿Te crees que porque lleves minifalda voy a ir perdiendo el culo detrás de ti?
Suspiro y me pregunto: ¿en qué mundo vivo?
YA HAY QUE SER GILIPOLLAS
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