lunes, 26 de octubre de 2009

"¿Matemáticas? Ufff...". Primera parte: ¿cómo?

Empieza a ser bastante habitual que cuando digo que estudio Matemáticas, la gente frunza el ceño y diga algo así como "¿Matemáticas? Uff..."; imagino que hasta cierto punto es normal, pues poca gente en la vida encuentra su auténtica vocación (mucho menos en estas cosas) y, en caso de encontrarla, pueda dedicar su vida a ella.

Mi experiencia con las Matemáticas es, cuanto menos, curiosa. Si hace cuatro años (cuando entré en el bachillerato de ciencias con la clara idea de hacer una ingeniería) me hubieran dicho que iba a estudiar esta carrera, no me lo hubiera creído. Mucho menos cuando entré en la ETSIT (todavía me río con aquel Teleco Inside del que estábamos todos tan orgullosos), pensando que había encontrado mi sitio. Allí me topé con varios de los profesores más ineptos que he conocido (el bueno de Miguel Ángel Herrero consiguió que odiara la Física), lo que me llevó a dejarme Álgebra y a suspender Cálculo por estudiarla mal. No me lo tomé lo suficientemente en serio.

Más adelante, después de suspender estrepitosamente una asignatura tras otra (la mayoría por no presentarme), en verano me planté y tomé la determinación de seguir con la carrera (aunque más que porque me gustara fue porque no sabía qué otra cosa estudiar). Me preparé a conciencia los exámenes de septiembre y me fue bastante bien, me quité varios puros. Cálculo, entre ellos.

Ahí empecé a ver que las Matemáticas no eran lo que nos habían enseñado en el bachillerato, no. Detrás de todo aquel lenguaje formal, de los epsilones, los límites, los entornos, las integrales... se escondía algo monstruosamente perfecto que se escapaba a mi comprensión. Algo que cuadraba a la perfección aun formando parte de algo tan caótico como lo es el árbol de las disciplinas matemáticas.

Recuerdo con una sonrisa el día que tuve la primera idea feliz en una demostración y pude terminarla con el ya famoso c.q.d (como queríamos demostrar), o el día que completé los doces pasos que hacen falta para resolver una ecuación diferencial de orden n...

Pero no fue hasta estudiar a fondo álgebra lineal cuando fui consciente de que estaba perdiendo el tiempo intentando aprobar las asignaturas de mierda de Teleco, una carrera que me iba a hacer infeliz incluso el día en que dijeran que ya era ingeniero y que no tenía que volver. Al tiempo que iba entendiendo las aplicaciones lineales, los espacios vectoriales... crecía la aversión hacia la carrera que estaba estudiando.

Y me lancé a la piscina. Decidí darle un puñetazo a mi vida y darle la vuelta de forma radical. Me cambié de trabajo, dejé la carrera, me dejó mi novia (esto no fue decisión mía, pero le puso una nota de dramatismo acorde a la ocasión)... Me faltó cambiarme de sexo, vaya.

Y qué queréis que os diga, es probablemente y con diferencia la mejor decisión que he tomado en mi vida. Soy feliz porque estoy contento conmigo mismo, por haber hecho las cosas bien. Es duro, pero como dijo Sartre:
El secreto de la felicidad no está en hacer lo que se quiera, sino en querer lo que se hace...

Cuánta razón tenía. ¡Un saludo y nos vemos en R3!

... y en el próximo capítulo de "¿Matemáticas? Ufff...", la segunda y última parte: ¿por qué?

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